AQUELLOS PIRATAS

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

Decía un compañero en la pausa que tenemos en el trabajo para reponer fuerzas, es decir a la hora del bocata, que él como fanático del bocadillo de atún se encontraba más tranquilo pues a los atuneros vascos les iba a ser permitido portar no se qué armas para defenderse de los temidos piratas somalíes, por las ultimas noticias poco a durado su tranquilidad.
Eso me hizo recordar en un ataque de nostalgia aquellos piratas de las películas en blanco y negro, y de las novelas esas de clásicos ilustrados en las cuales leíamos los santos (la parte en comic) de la misma.
Esos piratas a los que considerábamos héroes encarnados por esos actores clásicos siempre al mando de esos barcos con la enseña de las tibias y la calavera haciéndole la puñeta a los marinos ingleses y españoles.
Que cambio a pegado la piratería antes se abordaba barcos cargados de oro y plata de las indias, y a bordo solía ir la hija de algún virrey, ahora se asaltan barcos de pesca con las bodegas repletas de atunes y sustituimos a la hija del virrey por un capitán con barba de dos semanas.
Esos capitanes piratas buscados por los siete mares con parches en un ojo y su pata de palo al mando de su navio, abordando naves enemigas a golpe de espada y acrobacias, sustituidos por morenos en lanchas rápidas con fusiles de asalto.
Antes tenían base en Isla tortuga donde se reunía lo peor de cada casa a darse al ron, ahora las bases según dicen están en los modernos barrios financieros y cuentan con los más modernos avances tecnológico.



Qué decir de los corsarios y su patente de corso, permiso que daban los países para expoliar en su nombre al enemigo, de eso tendrían mucho que discutir los antiguos navegantes españoles con los hijos de la “Gran Bretaña”.
Siempre he defendido que cualquier tiempo pasado nunca fue mejor, esta debe de ser la excepción que confirma la regla, pues yo me quedo con los antiguos bucaneros, sus abordajes, sus borracheras de ron, sus paseos por la tabla, su forma de vida.
Tengo dudas también que el expolio de los siete mares por estas grandes empresas pesqueras no sea también una forma de piratería, no se llevan la plata de las indias, pero si los recursos pesqueros de otros pueblos.
Dejaremos este nostálgico tema y le diré a mi amigo que siga con su preocupación que me han contado algunas lenguas que la culpa de todo esto la tiene Zapatero.